domingo, 25 de octubre de 2009

La Muerte Roja

Los bailarines de colores se han apagado. Me siento algo solo en este gran salón pero el deber tira de mí. Avanzo por los cuartos, con mi chapeu y ropas rojas, envuelto en mi máscara nassone.

Tip tap.

Paso a paso. Los colores bermellón se pegan a mi, dejando el resto en oscuridad.

La gran sala donde me espera mi principe.

El último beso.

Cae en mis brazos.

Buenas noches, Prospero.

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